sábado, 27 de noviembre de 2010

Kapuscinsky: "Los cínicos no sirven para este oficio"


“Un corresponsal debe ser testigo de todos los acontecimientos. No se puede escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida”, afirma Kapuscinski. ¿Es esto verdad? En boca del periodista y escritor polaco estas palabras chirrían un poco; en su polémica biografía se demuestra que exageraba algunos de los términos citados en sus trabajos, como la supuesta historia de amistad con el Che Guevara, que nunca existió.

“Los cínicos no sirven para este oficio” se encuentra dividida en tres partes: un encuentro celebrado en Italia el 1999 con motivo de la VI Convención “Redactor Social”, una entrevista de A.Semplici con el escritor polaco acerca de los acontecimientos que llevaron a la emancipación de África del dominio colonial y un diálogo con John Berger sobre el “ver, comprender y contar”. La obra afronta las principales cuestiones sobre el trabajo del periodista.

Kapuscinski afirma que “hoy en día para entender hacia dónde vamos no es necesario fijarse en la política y sí en el arte”. El autor ve dos visiones de futuro: “nos queda, en efecto, la diversidad, la convivencia de opuestos. Puede derivarse de todo ello una conflictividad abierta o podría surgir un lento aprendizaje de la aceptación de lo distinto a uno mismo”.
A principios de siglo, la información podía centrarse en “la búsqueda de la verdad” o en “la lucha política”. Pero a partir de la segunda mitad del siglo XX, lo que cuenta es el espectáculo. “La situación empezó a cambiar en el momento en que el mundo comprendió que la información era un gran negocio”.
“El verdadero periodismo es intencional”, sostiene Kapuscinski. Es decir, “se trata de narrar para obtener algo”. Además, el autor afirma que “ser éticamente correctos es una responsabilidad que tenemos”. Pero, ¿existe algo menos ético para un periodista que cruzar el límite hacia la ficción?

Encontramos tres clases de fuentes: “la principal es la gente, la segunda son los documentos y la tercera es el mundo”.
Conocer a una persona sobre la que tenemos que escribir durante un brevísimo momento, las diferentes lenguas, las visiones de cada uno de nosotros, el cambio de nuestras actitudes a lo largo del tiempo y la dificultad de comunicación entre personas de edades distintas son los principales problemas de la profesión.

Para Kapuscinski, el siglo XX ha sido un siglo fascinante: “Generalmente ha sido descrito como un siglo de desastres: la Primera y la Segunda guerras mundiales, las dictaduras, los regímenes totalitarios, el fascismo, el comunismo… Yo creo que en el siglo XX hemos vivido una experiencia histórica única: la creación de un planeta independiente”.
El autor sostiene que existe una relación muy profunda entre el periodista y el historiador: “todo periodista es historiador”. “En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido”.

“La prensa internacional está manipulada”, afirma el escritor. “Los medios de comunicación son instrumentos para determinar la opinión pública”. Actualmente, la competencia es más importante que la información en sí: “el objetivo de todos los grandes grupos de comunicación no es el de ofrecer una imagen del mundo, sino el de no ser desbancados por otros grupos”.

El autor dedicó casi toda su vida profesional a los países del Tercer Mundo. “Cuando empecé a escribir sobre estos países, donde la mayoría de la población vive en la pobreza, me di cuenta de que aquél era el tema al que quería dedicarme. Escribía, por otro lado, también por algunas razones éticas: sobretodo porque la pobreza no tiene voz”.

“Los cínicos no sirven para este oficio”, “ser éticamente correctos es una de nuestras responsabilidades”, “es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida”, “una mala persona no puede ser buen periodista”; con afirmaciones como éstas, Kapuscinski se convirtió en un predicador de la honestidad periodística. Nació el 1932 en Pinsk (actualmente Bielorrusia), y murió hace 3 años. Fue una figura de culto en su país y en toda Europa por sus brillantes reportajes periodísticos. ¿O deberíamos llamarlos literarios?
La obra de Kapuscinsky se encuentra “a caballo entre el reportaje periodístico y la gran literatura”, señala la periodista Maria Nadoti en la introducción del libro que nos ocupa. La biografía publicada este año sobre el autor, Kapucinski Non-Fiction, todavía va más allá: el  periodista Artur Domoslawski denuncia que lo que el autor presentaba como periodismo era ficción. La polémica obra fue un éxito de ventas y la reputación del “intocable” Kapuscinski se ha ido desmoronando.

“Los cínicos no sirven para este oficio” es una de las frases célebres del escritor polaco y el título de esta obra. Pero, ¿qué significa ser cínico? Una persona cínica, según la RAE, es aquella “con desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”. ¿Existe algo más cínico para un periodista que inventar información?
Encontramos una frontera entre la ficción y la no-ficción que un periodista no puede cruzar jamás: debemos atenernos a los hechos de la mejor forma posible.
Lo que deja su biografía es un sabor a decepción, la caída de un mito para muchas personas y la destrucción de un canto a la ética periodística.

2 comentarios:

  1. Un consell, Iris: abans de fer servir un llibre com a font (la biografia de Domoslawski, 'Kapuscinski Non Fiction') cal haver-lo llegit abans. Fer periodisme va més enllà de navegar al Google i trobar quatre referències de segona mà o opinions de gent que no sap llegir polonès. Et convido a que llegeixis la traducció espanyola de 'Non Fiction'. Quan ho hagis fet, et costarà enterrar Kapuscinski com ho estàs fent en aquest teu escrit.

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  2. Hola Jesús, t'agraeixo de tot cor el comentari, tot i que no sigui una crítica gaire bona, ho tindré en compte pel proper cop. Llegiré la traducció espanyola i si cal, esmenaré l'escrit.

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